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Si tiene las enzimas hepáticas altas, es probable que tenga demasiada grasa en el hígado. La dieta para la enfermedad del hígado graso es como la dieta mediterránea, un plan de alimentación que incluye frutas, verduras, frutos secos, cereales integrales, pescado graso y aceite de oliva. También limita la carne, el azúcar y los cereales refinados.

Cuando el hígado se lesiona, libera varias sustancias, dos de las cuales son enzimas denominadas aspartato transaminasa y alanina transaminasa, explica la Academia Americana de Médicos de Familia. Las causas más comunes de las enzimas hepáticas elevadas son la enfermedad hepática alcohólica y la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD). Otras causas menos comunes son ciertos medicamentos, la hepatitis B, la hepatitis C y una enfermedad hereditaria llamada hemocromatosis.

Según la Academia Americana de Médicos de Familia, si las enzimas están ligeramente elevadas, no suele haber síntomas de HGNA. Sin embargo, los afectados a veces manifiestan debilidad, náuseas, fatiga, pérdida de apetito, dolor abdominal y pérdida de peso, señala Harvard Health Publishing.

La enfermedad no tiene tratamiento farmacológico, por lo que los médicos se centran en prevenir una mayor acumulación de grasa en el hígado abordando las causas subyacentes, que son la diabetes, los lípidos altos en sangre y la obesidad, afirma Harvard Health Publishing.

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Los frutos secos son ricos en nutrientes y se ha informado de que aportan algunos beneficios para la salud cognitiva y cardiometabólica, pero los estudios centrados en adultos mayores son limitados. Este estudio investigó la relación transversal entre la ingesta habitual de frutos secos, el patrón y la calidad de la dieta, la cognición y la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) en adultos mayores.

Se incluyeron adultos mayores (≥ 60 años) de las cohortes NHANES 2011-12 y 2013-14, que disponían de datos completos sobre la función cognitiva (como el total de CERAD, el recuerdo retardado, la fluidez animal y la prueba de sustitución de dígitos y símbolos) y variables para calcular el Índice de Hígado Graso (FLI), un indicador de NAFLD (n = 1848). La ingesta de frutos secos y la calidad de la dieta (Índice de Alimentación Saludable 2015) se determinaron mediante dos recordatorios de la dieta de 24 horas. Los participantes se clasificaron en uno de los cuatro grupos en función de su consumo habitual de frutos secos: no consumidores (0 g/d), bajo consumo (0,1-15,0 g/d), consumo moderado (15,1-30,0 g/d) o cumplimiento de la recomendación (> 30 g/d), y se compararon todos los resultados entre estos grupos de consumo de frutos secos.

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El hígado se encarga de gestionar todas las grasas, proteínas e hidratos de carbono que se ingieren. También controla la producción de otras numerosas grasas y proteínas importantes para las funciones corporales. Hay muchos alimentos y bebidas que una persona puede consumir para ayudar a proteger el hígado.

El café, según informa, parece reducir la acumulación de grasa en el hígado. También aumenta los antioxidantes protectores en el hígado. Los compuestos del café también ayudan a las enzimas hepáticas a eliminar las sustancias cancerígenas del organismo.

El consumo de avena es una forma fácil de añadir fibra a la dieta. La fibra es una herramienta importante para la digestión, y las fibras específicas de la avena pueden ser especialmente útiles para el hígado. La avena y los copos de avena tienen un alto contenido de compuestos llamados beta-glucanos.

informes, los beta-glucanos son muy activos biológicamente en el cuerpo. Ayudan a modular el sistema inmunitario y a combatir la inflamación, y pueden ser especialmente útiles en la lucha contra la diabetes y la obesidad.

La revisión también señala que los betaglucanos de la avena parecen ayudar a reducir la cantidad de grasa almacenada en el hígado en ratones, lo que también podría ayudar a proteger el hígado. Sin embargo, son necesarios más estudios clínicos para confirmar este beneficio en humanos.

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Ingesta de frutos secos, medidas antropométricas, función cognitiva y NAFLDLa mediana de la ingesta de frutos secos de los adultos mayores en los grupos de no consumidores, de ingesta baja, moderada y que cumplía la recomendación de frutos secos fue de 0, 3,4, 19,9 y 44,9 g/día respectivamente. Las medidas antropométricas, las categorías de FLI y las pruebas de función hepática de los participantes incluidos en este estudio, según su consumo de frutos secos, se presentan en la Tabla 2. En cuanto a la prevalencia de HGNA, el grupo de ingesta moderada de frutos secos tuvo la mayor prevalencia de FLI < 30 (descarta la HGNA) y la menor prevalencia de FLI ≥ 60 (probable presencia de HGNA). En general, los valores de las pruebas de función hepática estaban dentro del rango de referencia normal.

Las puntuaciones medias de las pruebas de función cognitiva basadas en los grupos de ingesta de frutos secos en los adultos mayores se presentan en la Fig. 1 (todas p < 0,05 tras ajustar por covariables). Las puntuaciones del CERAD total, de la fluidez animal y del DSST fueron significativamente mayores desde el grupo de no consumidores (puntuaciones más bajas) hasta el de ingesta baja y moderada (puntuaciones más altas), pero no el grupo que cumplía las recomendaciones. Sin embargo, se observó una puntuación significativamente mayor en el recuerdo retardado entre los no consumidores y los que cumplieron la recomendación. La figura 2 muestra la mediana del FLI, que fue significativamente menor en el grupo de consumo moderado de frutos secos en comparación con los no consumidores. Sin embargo, las diferencias entre grupos en el FLI no fueron evidentes tras ajustar las covariables.

Por Sofía Salome

Hola mundo, soy Sofía Salomé copywriter de Damboats.es