ni tú ni yo

ROMANOS/SNOWMARE constituye la primera capa de un poema vital potencialmente interminable, al que añado al menos una frase al día, cribando objetos de interés léxico y glosando mi experiencia, aunque sea tímidamente. En mi caso, el proyecto surgió de una sensación apremiante de que estaba escribiendo todo el tiempo sin terminar realmente ningún poema discreto en sí, llenando cuaderno tras cuaderno con frases de poeticidad comprimida que esperaban una atención futura. Decidí simplemente recopilarlas y llamar a sus patrones y repeticiones accidentales el texto, y con ese depósito a gran escala en mente, he estado escribiendo asiduamente desde entonces.  Los siguientes libros son muy diferentes, pero cada uno constituye un punto de inspiración o de partida para una escritura vital omnívora y materialmente fascinada, desde la lírica a nivel macro hasta la prosa diarística. Ni memorias ni novela, ni épica ni lírica, son textos escritos en superposición a un mundo real, donde la subjetividad del autor refracta el entorno. También resultan ser algunos de mis libros favoritos de todos los tiempos.  *

ni tú ni yo en una frase

En la primera parte de esta serie sobre el origen de la sexualidad humana, tomé prestada una frase del biólogo Robert Sapolsky, que en una ocasión se refirió a los seres humanos como “trágicamente confusos” en cuanto a la forma de aparearse. Según él, no somos una especie monógama clásica, pero tampoco somos una especie polígama que se lleva todo. En cambio, parece que somos un poco de la columna A y un poco de la columna B (y quizás algo de las columnas C y D también). He estado tratando de pensar en una forma de explicar por qué creo que esta es una descripción adecuada, dónde se origina parte de esa confusión y cuáles son algunas de las posibles trampas al pensar en los patrones de apareamiento humano. Las analogías son imperfectas, ya que siempre se pierde algo de información en el traspaso entre conceptos, así que perdónenme si esto se queda corto. Y también es una analogía deportiva, pero tened paciencia; seré breve.

Durante el primer año que jugué al béisbol en las Ligas Menores, uno de los entrenadores nos dijo que cuando jugáramos a la defensiva debíamos estar preparados para lanzar la pelota en todo momento (o al menos, estar preparados para apartarnos o derribar la pelota para defendernos). Una pelota de béisbol muy golpeada puede doler mucho, sobre todo para un niño que ha dejado de prestar atención porque se ha distraído con la bandada de gansos que volaba por encima (historia real). De todos modos, nos enseñó que la mejor posición defensiva era tener el guante preparado y permanecer agachados de cara al bateador, con los dedos de los pies apuntando ligeramente hacia dentro, o “con los pies de paloma”. Puede que esto no sea un libro de texto, pero nos explicó que al tener ambos pies apuntando hacia dentro podíamos pivotar rápidamente y “empujar” hacia nuestra izquierda o derecha, reaccionando al lugar donde se golpeaba la pelota. Por alguna razón, he recordado eso durante más de treinta años. La lección se me quedó grabada.

ni tú ni yo somos o estamos

Si tomamos la analogía de los hábitos alimenticios de los animales en el reino animal, los carnívoros están en la cima de la cadena alimenticia. Cuanto más fuerte es el animal, más alto está en la escalera porque puede sobrepasar y consumir a cualquier animal más débil que él. Por otro lado, los herbívoros son los más suaves. Sólo comen plantas y no causan ningún daño a los animales que los rodean. Los omnívoros, sin embargo, son los intermedios. Pueden tanto matar y consumir animales más débiles como vivir de las plantas.

Son los jefes que consiguen hacer el trabajo dominando a sus subordinados. Una especie de regla de juego de poder en la que la última palabra sobre cualquier decisión, independientemente de la opinión del equipo, recae exclusivamente en el gerente.

Ahora bien, estos son los directivos que reúnen las características tanto del herbívoro como del carnívoro. Están dispuestos a mostrar su autoridad cuando es necesario y también se aseguran de escuchar a su equipo. No manejan a su equipo ni con fuerza ni con soltura, sino con firmeza.

La pregunta ahora es si basta con ser omnívoro. Un directivo de éxito es aquel que tiene la proporción adecuada de características carnívoras y herbívoras dentro del omnívoro. La respuesta está en su capacidad de adaptación. No siempre es necesario que ambos rasgos se representen en una proporción de 50/50, ya que los escenarios de la vida real que se le plantean al directivo nunca serán los mismos. Así que, en función de los acontecimientos y las condiciones actuales, el directivo debe estar dispuesto a adaptarse y a cambiar entre sus rasgos herbívoros y carnívoros cuando sea necesario.

ni mi amigo ni yo ____ tenemos la culpa (es/soy)

Estaba viendo la película Un juego de sombras protagonizada por Robert Downey Junior y Jude Law cuando apareció esta frase: “…ni tú ni yo tenemos el control…” (No recuerdo las palabras exactas con las que terminaba la frase; si alguien puede facilitarlas, se agradecería mucho).

Inmediatamente me pareció extraño. Cuando se lo comenté a mi novio, un inglés nativo con un doctorado en algo científico, me dijo que era correcto. Cuando le pregunté por qué, no supo explicarlo, pero puso como ejemplo la siguiente frase “Ninguno de los dos tiene el control…” Sin embargo, no estuve de acuerdo con la redacción y dije que la frase debería haber sido “Ninguno de nosotros tiene el control…” La tercera persona sin género, uno, es singular, y por tanto, también el verbo que le sigue. Y decimos “uno es” NO “uno es”.

porque el verbo concuerda con el sujeto más cercano a él; sin embargo, no estoy seguro de haber leído o escuchado esta solución. Así que probé a invertir el orden del sujeto y del verbo auxiliar y la frase resultante fue

Por Sofía Salome

Hola mundo, soy Sofía Salomé copywriter de Damboats.es