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La cocina menorquina es generalmente sencilla y de temporada. Se basa en la pesca, sobre todo con palangre, y en los productos del mar, especialmente crustáceos, almejas y calamares. Las frutas y verduras se cultivan con la mayor variedad posible y a pequeña escala, sólo para el consumo local.

Hasta la segunda mitad del siglo XX, las cabras eran tan abundantes que sólo se comían cuando había hambruna, causada por cosechas estropeadas o una pesca insuficiente. Hoy son un lujo. El conejo es otro elemento común de la cocina. En el siglo XVII, los ingleses intentaron sin éxito introducir ciervos y liebres. Hoy en día quedan pocos, pero se siguen cazando o criando conejos y diversas aves.

En Menorca, algunas de las primeras menciones escritas de su cocina se encuentran en 1891, en unas notas del archiduque Luis Salvador de Austria, que hace referencia a algunas cocinas típicas pero sin ninguna receta. En 1923, Pedro Ballester publica De re cibaria, que recoge una parte importante de la sabiduría popular y ofrece detalladas recetas anónimas[2].

Chutney de cáscara de calabaza

Esto es lo que los italianos llamarían mi piatto del cuore, un plato con valor sentimental. Reúne uno de mis pescados favoritos -el feo pero delicioso scorfano- y posiblemente mi lugar favorito, la isla de Stromboli, donde es una delicia local. Las alcaparras son otro de mis amores, y como ya he mencionado antes, las de Stromboli son especialmente buenas, grandes y carnosas. De hecho, el scorfano de hoy se cocinó con algunas de mi reserva secreta proporcionada por Pino, uno de los vendedores ambulantes de pescado de la isla, que se pasó los dos primeros años que fui allí intentando estafarme, antes de verse obligado a aceptar que evidentemente no era tan crédulo como parecía. Ahora me trata con un respeto a regañadientes y, me atrevo a decir, algo que roza el cariño.

Como Pino habría aprendido antes, si hubiera preguntado por ahí, cuando se trata de comida, mi carácter desconfiado y mis exigencias de información detallada hacen que la Inquisición española parezca los samaritanos. Varias personas me han dicho que puedo infundir el temor de Dios a los comerciantes del mercado con la más mínima mirada. Mi hija dice que ir de compras conmigo es como estar en compañía de un jefe de la mafia, ya que los proveedores de productos alimenticios hacen todo lo posible para ofrecerme regalos y descuentos, llegan a rechazar sus propios productos si no son de calidad y, en general, se encogen en la sumisión, como si les preocupara que venderme una zanahoria dudosa pudiera resultar en un coche quemado o un papel secundario en el próximo puente de la autopista.

Cocina de AZ Life

El pastel de cabracho Es una especie de pudin o paté que resulta ideal como entrante en cualquier comida, y especialmente para una celebración. Ahora que las pescaderías están surtidas de casi todo tipo de pescados, es un buen momento para prepararlo con el auténtico cabracho.

En Asturias es un clásico verlo como aperitivo en restaurantes y sidrerías, aunque la receta original no tiene más de treinta años y tuvo su origen en las cocinas de Arzak en los años setenta.

El cabracho es un pez de roca, de color salmón o anaranjado, cuya carne marrón y firme tiene un sabor que recuerda al del marisco. Como tiene muchas espinas es un poco más complicado de comer que otras especies, pero desde luego si eso no es un impedimento para ti, te recomiendo que lo probéis alguna vez también al horno.

Ponemos una olla con agua y sal a hervir. Añadimos la cebolla, el puerro, la zanahoria, la cucharada de aceite y el laurel y hervimos durante diez minutos para preparar un caldo. Luego cogemos el pescado y lo cocemos otros quince minutos.

Los retiramos y los limpiamos de piel y espinas, desmenuzándolos cuidadosamente para otro recipiente. Debemos obtener unos 400 gramos de carne de pescado limpia. Precalentamos el horno a 180 grados y untamos un molde de tarta con la mantequilla y luego lo forramos con papel sulfurizado.

Gordon Ramsay

Una masa crujiente que se deshace en la boca, y un relleno de auténtica Ternera Gallega IGP que darías cualquier cosa porque no se acabara nunca. Cómetelos directamente con la mano, y recuerda, ¡a veces los pequeños placeres no se comparten! Si tus amigos quieren, ¡tendrán que pedir el tuyo!

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Disfrute del sabor de este dulce tradicional preparado desde hace siglos en el norte de España. Lo servimos recién hecho con una deliciosa cobertura de azúcar y canela en polvo. A nuestros clientes les encanta y a usted también.

Por Sofía Salome

Hola mundo, soy Sofía Salomé copywriter de Damboats.es